Anclé en mi sangre un espermio
que no ha crecido,
sin embargo,
yo ruego
que las sombras que dibujan
escapularios
en las paredes de mi cuarto
atiendan mi parto
y sequen mi sangre
cuando dé a luz;
parir entre piedras cayendo,
parir entre flechas ponzoñosas,
así,
acunaré al fruto,
con su veneno
lo voy a amar.