Entre duras rocas arrastradas por el mar enciendo el candelabro en un rincón irredento, es la manía de sorber mis labios hasta el ultimo duro huerto que yo bebo del ensueño. Amarte, entre sangrientas miserias, besarte, en la canícula de la tarde, tocarte, lamerte, montarte en mis obstinados ijares que se columpian al cielo, deseo la ultima saliva de tu abril siendo aun febrero, lejos eres aroma entre lodos donde voy tras ellos.
Nada es nada, nadie es nadie, sola en la multitud de tantos ojos muertos, mi atributo es tal ensuciada con tu cuerpo, mis piernas arcoíris colores repartiendo entre el deseo quieto de no amarme nadie más como tu lo has hecho, déjame contenta en el rumor acezante sobre tu pecho, la espesa esperma sobre mi pubis besa el clítoris que tu boca modela, no tardes, tu abandonada, seca mis entrañas búscame en las breñas, allí tuya besaré el polvo hasta que lo riegues con tu beso santo que me hace bella hembra y carne firme para tu bravo animal que se esconde.
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