Hace años
tuve que arrancar con libros
en la espalda
y esconderlos,
para que no me los quemaran.
Con mi madre volví al hogar
en la cena nos miramos
temblorosas,
todo había terminado,
un final era el silencio
y no reflexionar más
la solución.
Hoy la vida es un enjambre de alcohol y pastel,
me gusta abrazarte, madre, gozar con tu recuerdo
como quien atrapa dulce el algodón
disolviéndose en la lengua
como ilusión
del que parte
sin otra alternativa
que volver.
Los libros escondidos nos esperan
entre mohosos escondites,
sacaré esos libros descubrir qué puede
estar vigente hoy,
qué está escrito en ellos,
buscar
algún resquicio honrado
que copiar.
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