La ración era la razón del soliloquio romántico.
Mes
horas
luz
tierra
¿qué más?
Si no se conoce más del mundo como puntas desgastadas de estrellas a esa edad,
la ración era el pretexto de salir a la calle mostrando el panfleto con todo el pecho henchido
y en firmamentos cubiertos de imágenes.
Lo importante era el ensueño,
la heroína final del capítulo.
Era árbol en un paisaje que ahora ya no es nada.
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