Desnúdame arrecife en océanos briosos
y abismes tu boca
en mis caderas
cuando rompa el anhelo la virtud.
Tus vísceras y la tostada simiente
Vuelque su blanco licor que edulcora la voz
Y me convenza,
Abriré el pan cálido para tu dedos
Y dejes tu almibarada tizana
En el mascarón que resopla por mí.
Tus manos batan el aire, silben sobrevuelos
mi desnudo pubis y tus yemas clávense
en alguna huella de eternidad
cuando voltees tus ojos a mis ojos ya hundida
en el mar.
Bajaré la cremallera y me incitarás
La lujuria de las santas, la ruidosa altiva, idealizada mujer,
te beso la profundidad de los mares que embisten
con su pez devorador en la espuma sagrada de una diosa.
Ábreme como una rosa presa hace siglos,
no te niego palabras soeces ni rasguños que marquen
a fuego tus dientes en mi agudo pezón.
Tu mensaje vomite labios entreabiertos
la muerte dulce y quejumbrosa,
mi brasa inmóvil cerraré.
Líbame el rocío, enrédame a la humedad
que el cimbreo no fatigue las pelvis.
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