lunes, 28 de febrero de 2011

La del hospital

¡Arráncame la vida..¡¡



Alta,
gruesa,
sus ojos detienen las calles como  cercos mudos
del mundo,
fuera sólo un domingo.

Va midiendo trazo a trazo
de prisa, su dentadura es jaula abierta
ríe,
a pesar de sus oscuras cizañas
resbalando por sus brazos
recoge los cristales turbios,
ella ríe 

se amanece reuniéndolos
y los limpia,


ríe
mira que en su reflejo oscila la palmada,
como  palomas las  recuerda
al mirarse en el espejo,

palomas hinchadas 
emigrando
hacia sí mismas.

En su epitelio
vuelve a tejer ancestros,
más ancestros diminutos en sus células

parecen gritar,

nacen, renacen,

y las heridas de  sus pies
no logran cerrarse

deben seguir nutriendo a hijos
que de bruces marchan
hacia cualquier fanal para apagarlo,

y vivir 
como siempre


en la oscuridad.