Mis labios fríos apagan mi voz
escarchada,
la palabra remeda obrera
sobre honduras invisibles de la tierra
desbordada de espinas bajo las sombras
del sol.
Mis ojos se cierran sobre el charco del cielo,
tu cuerpo desvestido
anclado a mí,
mis ojos se cierran
y te palpo de pie
como un mascarón osado conduciéndote.
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