He cubierto con el bronce quedado en mi cama
el dulce bienestar del pasado de la ingenua sensación
que no hay errores,
todo yace porque sí,
pero es la maga blanca que duerme a mi lado,
y me alienta
me dice que los días se vienen breves como un áspid
en un rincón,
biografía que no tendrá espacio
con su ínfimo fuego que se apaga
en las membranas,
besaré todas las sombras con mi índice,
la ceniza de mis yemas,
todo el laberinto encontraré
porque me he dado cuenta lo que cuesta ser mujer
hasta morir,
el aroma de mi sexo, el aura de mi sien,
el decibel en mi oído
todo lo que parezca inmortal.
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