jueves, 4 de noviembre de 2010

Ciudad desconocida (Santiago, 1 de nov. 2010)

Con los párpados secos entré  a esta ciudad desconocida,
cuando
emergí del silencio, 
de la paz  de mis huesos,

era yo  la   funda de la luna
entre los túneles del metro
para no asfixiarla.

Y él esperó
y me buscó
en las iluminadas sombras de las amplias
calles  con  su antiguo diseño,

nos sentamos
la cerveza y su buen humor
abastecieron esas  calles
que recorrí
con sus siluetas errantes,

ya más confiada,
su mano fue una flor segura
nutriéndose en el sudor de mi frente.

La ciudad desconocida comienza a sonreír,
mis axilas se secaron,
la angustia acerbó  mi faringe,

y  yo lo abrazo agradecida,
con ternura,
casi con pasión. 

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