jueves, 15 de julio de 2010

En la urbe

A escondidas siempre bajo la sombra la que me escucha la que me mira y me desnuda cuando he soñado ser la dictadora, la que cuenta la verdad, la verdad que me sujete, como insecto pegado en el campanario y vuela cansado sobre el metal, fatigado mi esqueleto junto a otros insectos y ciegos que tullen sus segundos, las sombras inútiles, los pájaros ciegos, los segundos, discorde me pierde el camino, el semáforo sin colores, mis difuntos parientes se pasean inermes por la urbe, así voy abúlica terminándome el aire por no cumplir la sangre su latido fallido, su fatum como aguaceros que no estancan ni desembocan sus aguas.

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