lunes, 30 de agosto de 2010

Sobreviviente

Este vaivén en mi frente,

afuera una cueva se cimbra

oscura luz desata mis venas,

al fin pienso

es la fiera huesa que me traga

y así te amara

replegada entre gusanos,

nadie lo puede evitar.

Se escapa

de mis alientos la temible sombra.

He aplastado bajo una piedra

tu rostro,

y crece una pelusa en la tierra,

semillas que no brotan

en el cieno,

mi ovulación sin espermios

es luz que disminuye pero no se apaga,

indica los restos carcomidos

sobre las mesas.

Subrayé cuántas veces los caminos debidos

para seguirlos paso a paso,

y he llorado obsequiosa

resignada por los pasillos que besé,

y así,

no he logrado

alumbrar estos ojos bajo las rasgadas colchas,

esconderme de todos,

de las llaves,

de las puertas abiertas,

no he podido sacudir los crótalos de mi cuello

ni raspar las sales secas,

olvidar las noches doradas,

este vaivén que me esconde y no logro

descifrar la voz del profeta,

ni la falta del diente se me ha visto,

ni el paso púdico

ni el lloro seco

ni el mugido,

ni un ay

se me condena,

y esta huesa

me tritura el seno entre los pechos

buscando un solaz para nosotros

con las fuerzas de una fiera

sobreviviente.

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