El silencio es el imperio de tu voz en este instante
que la vena en desmedro vocifera,
el silencio ha cegado tu retina quien escribe mi poema,
el silencio tuyo es mi prisión,
el que me dicta un arrebato del viejo aquelarre
y mi piel se despliega en apéndices,
convulsionan rizomas
en la submarina luz.
La lira vibraba absorta en mi respiración,
y tu rostro,
ahora,
gélido
fragua la tromba
en el caos del panteón.
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